Con especial afecto a mi sobrina Conni, y sus hermanosTomás y Nicolás, que supieron entenderme ,.
Reinaba la alegría en ésta inmensa casa de familia llena de parientes: suegros ,abuelos, cuñados. sobrinos, hermanos en esa cálida noche de Navidad. Las bromas, los chistes y anécdotas que cada uno contaba era motivo para reir descaradamente. Todo en realidad era mágico. En mi afloraron los recuerdos llenos de nostálgia con evocaciones que iban más allá de mis propios pensamientos. Daba gracias a Dios por la hermosa familia que había formado. Cada uno tenía su historia y yo tenía la mía que trataba de ahuyentarla, sacarla de mi cabeza de mis recuerdos infantiles, trabajo inútil, volvía con más fuerza por eso me decidí a enfrentarla y ahora empiezo a contarla. Tenía 8 años, aún creía en el viejo Pascual y aúnque me apena un poco debo reconocer que conmigo se portó mal, por todo eso cada vez que puedo lo desprestigio Recuerdo que vivía con mi abuela a la que siempre consideré mi madre y que resultó ser mi abuela, mi hermana entonces resultó ser mi madre que siempre creí que era mi hermana algo que supe bastantes años despúes, pero esa es otra historia y para nada cambia las cosas. La casa que habitábamos en Santiago en la esquina de General Gana con Cuevas, (lo escribo así porque al revés sonaría mal ) era una casita de dos pisos con un pequeño balcón y una larga escalera daba a la calle. Había llegado el 24 de Diciembre, casi no dormí esa noche pensándo en el regalo que recibiría al día siguiente habiéndome forjado muchas esperanzas y muchas ilusiones. En ess tiempo los niños se iban temprano a la cama, pero los tiempos han cambiado y ahora se amanecen igual que los adultos y en la misma noche reciben sus regalos. Por fin llegó el día, Un inmenso paquete envuelto en papel con figuras navideñas que en pocos segundos destruí. Ahí estaba mi regalo de pascua. Dos enormes hualetas ( aletas) para bucear con anteojos y todo. Mi mamá que era mi abuela y mi mamá que era mi hermana en tres tiempos me calzaron las hualetas los anteojos y aquel aparato para respirar con un tubo que se mete en la boca para respirar bajo el agua. Así equipado con las hualetas puéstas en traje de baño, mis dos madres me urgían para que me asomara a la calle para que envidiaran mi regalo los demás niños que raudos pasaban veloces en brillantes bicicletas, patines, autos a pedal o flamantes pelotas de fútbol. " date una vuelta por la manzana para que te vean " me decían , Mientras yo tenía un sentimiento de infinita soledad, dolor y pena. Parecía un alienígena que causaba hilaridad. Creo que lloré. Permanecí por largo tiempo silencioso en la puerta entreabierta sintiéndo compasión por mi y mucha verguenza, con una rabia que no alcanzaba a entender. Han pasado muchas Pascuas, muchos años quizás demasiados Mi abuelita está muerta y mi madre ha envejecido, ya no vivo en Cuevas con Gana y casi todo ha cambiado, yo tambien y ésta historia que es verdadera como asimismo mi nombre y los lugares han ido dejándo algunas huellas que de pronto me asaltan pero que no alcanzan a perturbarme para entender lo atípico de mi existencia en donde mi abuela y mi madre era toda mi familia . Cada vez que recuerdo y cuento ésta historia, me rodea un aire de tristezas de melancólica nostalgia con evocaciones de un niño solo que soñaba con un árbol, un pájaro un nido, un tren con cuatro estaciones y un árbol verde de pino, como dice la poesía, pero nada pasaba y así transcurría el tiempo y muchas veces pienso que esa carencia de cariño me fortaleció, a pesar de soy muy sensible, quiero a mi esposa y a mis hijos y ellos me quieren tambien
He logrado hacer de ésta historia un chiste que divierte especialmente a los mayores que hacen de esto, crueles burlas en donde todos reimos pero que causa dolorosa simpatía en los niños. Bueno en todo caso a mi no me molesta para nada y río con ello. Bueno pienso cualquiera no tiene un par de hualetas, solo que no había playa ni piscinas en donde usarlas. Permanecieron por mucho tiempo guardadas y un buen día las fuí a dejar al pequeño Cotolengo.-
Esta fue la historia de mi querido Cristian Marcelo que en una de Pascua la contó con todo lujo de detalles que iban más allá de la anécdota en un relato magistral cuyo contenido no alcancé a captar en toda su dimensión.
Reinaba la alegría en ésta inmensa casa de familia llena de parientes: suegros ,abuelos, cuñados. sobrinos, hermanos en esa cálida noche de Navidad. Las bromas, los chistes y anécdotas que cada uno contaba era motivo para reir descaradamente. Todo en realidad era mágico. En mi afloraron los recuerdos llenos de nostálgia con evocaciones que iban más allá de mis propios pensamientos. Daba gracias a Dios por la hermosa familia que había formado. Cada uno tenía su historia y yo tenía la mía que trataba de ahuyentarla, sacarla de mi cabeza de mis recuerdos infantiles, trabajo inútil, volvía con más fuerza por eso me decidí a enfrentarla y ahora empiezo a contarla. Tenía 8 años, aún creía en el viejo Pascual y aúnque me apena un poco debo reconocer que conmigo se portó mal, por todo eso cada vez que puedo lo desprestigio Recuerdo que vivía con mi abuela a la que siempre consideré mi madre y que resultó ser mi abuela, mi hermana entonces resultó ser mi madre que siempre creí que era mi hermana algo que supe bastantes años despúes, pero esa es otra historia y para nada cambia las cosas. La casa que habitábamos en Santiago en la esquina de General Gana con Cuevas, (lo escribo así porque al revés sonaría mal ) era una casita de dos pisos con un pequeño balcón y una larga escalera daba a la calle. Había llegado el 24 de Diciembre, casi no dormí esa noche pensándo en el regalo que recibiría al día siguiente habiéndome forjado muchas esperanzas y muchas ilusiones. En ess tiempo los niños se iban temprano a la cama, pero los tiempos han cambiado y ahora se amanecen igual que los adultos y en la misma noche reciben sus regalos. Por fin llegó el día, Un inmenso paquete envuelto en papel con figuras navideñas que en pocos segundos destruí. Ahí estaba mi regalo de pascua. Dos enormes hualetas ( aletas) para bucear con anteojos y todo. Mi mamá que era mi abuela y mi mamá que era mi hermana en tres tiempos me calzaron las hualetas los anteojos y aquel aparato para respirar con un tubo que se mete en la boca para respirar bajo el agua. Así equipado con las hualetas puéstas en traje de baño, mis dos madres me urgían para que me asomara a la calle para que envidiaran mi regalo los demás niños que raudos pasaban veloces en brillantes bicicletas, patines, autos a pedal o flamantes pelotas de fútbol. " date una vuelta por la manzana para que te vean " me decían , Mientras yo tenía un sentimiento de infinita soledad, dolor y pena. Parecía un alienígena que causaba hilaridad. Creo que lloré. Permanecí por largo tiempo silencioso en la puerta entreabierta sintiéndo compasión por mi y mucha verguenza, con una rabia que no alcanzaba a entender. Han pasado muchas Pascuas, muchos años quizás demasiados Mi abuelita está muerta y mi madre ha envejecido, ya no vivo en Cuevas con Gana y casi todo ha cambiado, yo tambien y ésta historia que es verdadera como asimismo mi nombre y los lugares han ido dejándo algunas huellas que de pronto me asaltan pero que no alcanzan a perturbarme para entender lo atípico de mi existencia en donde mi abuela y mi madre era toda mi familia . Cada vez que recuerdo y cuento ésta historia, me rodea un aire de tristezas de melancólica nostalgia con evocaciones de un niño solo que soñaba con un árbol, un pájaro un nido, un tren con cuatro estaciones y un árbol verde de pino, como dice la poesía, pero nada pasaba y así transcurría el tiempo y muchas veces pienso que esa carencia de cariño me fortaleció, a pesar de soy muy sensible, quiero a mi esposa y a mis hijos y ellos me quieren tambien
He logrado hacer de ésta historia un chiste que divierte especialmente a los mayores que hacen de esto, crueles burlas en donde todos reimos pero que causa dolorosa simpatía en los niños. Bueno en todo caso a mi no me molesta para nada y río con ello. Bueno pienso cualquiera no tiene un par de hualetas, solo que no había playa ni piscinas en donde usarlas. Permanecieron por mucho tiempo guardadas y un buen día las fuí a dejar al pequeño Cotolengo.-
Esta fue la historia de mi querido Cristian Marcelo que en una de Pascua la contó con todo lujo de detalles que iban más allá de la anécdota en un relato magistral cuyo contenido no alcancé a captar en toda su dimensión.