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miércoles, 30 de julio de 2008

SOMBRAS ESPECTRALES.-




VIAJARON POR PAISAJES ESPLENDIDOS. VIERON CIUDADES HERMOSAS






















DE SAN BERNARDO A RANCAGUA.-

Fuí conociendo estaciones y colegas. Era la década de los 50 y ya era un funcionario ferroviario. La señora Tala Fernández, Jefe de estación en Nos, el Chico Vergara en Buín, en Linderos el Loro Sandoval. Jorge Bustamante en Paine. Don Rutilio Lambert Moya en Hospital, y en Rancagua Don Aquiles Vargas Herrera y un gran número de colegas: el Flaco Sergio Núñez Henríquez, el Pelao Pérez Garín, Oscar Huerta Salas, Rene Caroca Arenas, el famoso Codipra Zamorano, el Negro Luis Cáriz Valenzuela. Creo que fuimos los últimos telegrafistas en ingresar a ferrocarriles, pués tiempo después salió una Ley, la Ley Prat en que congeló el aumento de personal por un período de 10 años. Todos ellos formaron parte de mis primeros años en F.F.C.C. distintos pero con un trabajo común . Trenes de carga y de pasajeros y el eterno transitar de público para abordar trenes para el norte y el sur. El telégrafo con su inclaudicable martilleo, comunicándo circulares, vías libres. Trenes expresos corriendo de día y de noche, con viento, lluvia nieve. Temporales que cortaban líneas, apagaban señales, nevazones que paralizaban todo tráfico, ríos que se salían de cauce y se activaban todos los sistemas de emergencias, en una época en que ferrocarreiles era el eje y motor del transporte en el país, por lo que había que trabajar duro.
Jefes de estación, Movilizadores, Cambiadores, Maquinistas, conductores de trenes, palanqueros desplegaban sus mejores esfuerzos y su voluntad sin importa el costo, duplicándos sus energías
Así era ferrocarriles en esa época. Un campo de batalla, por eso es doblemente triste ver como se ha ido derrumbándo, destruyéndose, con estaciones en ruinas. Bodegas de carga eliminadas, conservándose solo el mínimo de servicios en una Empresa que fué el eje y motor del desarrollo nacional. Como me dá pena tanto abandono.-

martes, 29 de julio de 2008

ESTACION DE LOS LIRIOS.-

La Estación de Los Lirios se encuentra en la línes central de ferrocarriles a 5 Kms al sur de Rancagua. Era una buena estación para trabajar. Del tiempo que hablo, Jefe de Estación era Don Mario Ortega Herrera, un hombre de 1.90 o más, todo cordialidad y amabilidad. Siempre reía y lo solucionaba todo. Muy buen Jefe. Su ayudante el telegrafista Ricardo Aránguiz Pozo, vulgarmente conocido como el Cacharro y Guarda de estación Froilán Naranjo Abarca, un gran futbolista de la zona. Un estadio de la localidad de Los Lirios lleva su nombre. Trabajé ahí algún tiempo de telegrafista nocturno por vacaciones de José Salgado Tapia. Era frecuente que me acompañaran hasta altas horas de la madrugada tres o cuatro jóvenes del sector, algo menores que yo, Ferrada era uno de ellos y Alberto Pino Pinto que era hijo del Guarda cruce son los que más recuerdo. En general sus conversaciones giraban en torno a lo sobrenatural y juraban y rejuraban que habían tenido encuentros con el diablo y con personas atropelladas y muertas por el tren llenándose de pavor y confirmándo estas aseveraciones entre ellos, citándo como testigos a personas que a ellos les merecían mucha confianza, pero que a mi me hacía reir, pues en su mayoría eran lugareños criados en un ambiente campesino saturado de superticiones y mitos trasmitidos oralmente a través de los años, influencias éstas que los habían marcado. Alberto Pino P, solía cantar los ritmos de moda acompañándose de una escoba que hacia las veces de guitarra. Todo era muy divertido. Alberto entre otras cosas estaba profundamente enamorado de una muchacha que vivía frente a la estación con quien mantenía un apasionado romance el que de la noche a la mañana concluyó dejando muy anonadado a mi amigo, confesándome su desencanto, rogandome que le hiciera un poema de despedida para su pololita de nombre Rosalía. En tres tiempos el poema estuvo listo y decía más o menos asÍ

ROSALÍA. ROSALÍA.-

Rosalía, Rosalía, cayó de tu rostro la careta,
te mostrabas tímida doncella en mi presencia
y yo enamorado de tu cuerpo tan hermoso,
siempre admiré, tus ojos, tu talle, tu inocencia,
pero hoy que he sabido la verdad,
que a otro hombre le otorgas tus favores,
mujer pecaminosa, despreciándo el noble ardor,
que yo ponía en tu figura voluptuosa,
no es motivo que el dejarme, me trastorne,
pués mansamente me resigno al olvido,
y ya nunca más me veráz en loco afán,
esperar hora tras hora, rondar tu casa,
pués has de saber ingrata Rosalía,
que el amor es más fuerte que todo el odio
pero el orgullo es más fuerte que el amor.-
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De Alberto Pino, y de todos esos niños nunca supe nada permaneciéndo en mi memoria solo sus nombres y sus figuras, como asimismo del Sr Ortega, Aránguiz y Naranjo que inevitablemente me evocan esa hermosa estación de Los Lirios, que no se porque motivos la destruyeron y hoy ahí solo hay un montón de ruinas en medio de nostálgicos recuerdos de una época que no volverá.-


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lunes, 28 de julio de 2008

PLAZA ANGEL GUARELLO DE SAN BERNARDO.-

La Plaza Guarello de San Bernardo era nuestro habitual punto de reunión. Casi todo en torno al Club Deportivo Torino que habían fundado los hermanos Gómez antiguos vecinos de la calle Pérez casi al llegar a Nogales. La casa de don Clemente Gómez era nuestro familiar punto de encuentro. Amplia y espaciosa, nos acogía a todos por igual en donde con mucha frecuencia se desarrollaban actividades eventos artísticos que no he olvidado, como así tampoco la figura de aquellos amigos de la adolescencia: Carlos Gómez, Toti para todo el mundo, Rolando Carrera, Sergio Rocha, Pato Mora, Jorge Pinto, Alejandro Artigas, Juan Honores, Vinett, el Peta Robles, Briño, el Chino Martínez y tantos otros que ni siquiera se si existen.Me pongo a pensar y creo que fué un tiempo maravilloso en una juventud plena de ambiciones, de mágicos sueños, de amores y amoríos, y tambien de desencantos, desiluciones de desengaños pero que pronto pasaban al olvido. A medida pasaban los años, nos fuimos separándo, pero muchos de ellos permanecieron fieles al lugar que los vió nacer, crecer, estudiar y desarrollarse. Sólo de tarde en tarde, muy a lo lejos logramos contactarnos , por lo que esa hermosa amistad se fué enfriándo y terminó por desaparecer. De pronto regresan lo recuerdos y aquellos compañeros cobran vida se materializan para resucitar escenas y momentos que los años no han podido eliminar.

Muchas veces empiezo a cavilar sobre la suerte que habrán corrido esos camaradas a través de los años y me siento anhelante por saber algo de ellos, de sus trabajos, de sus familias, de aquellas pololitas a las que se les juraba amor eterno cuyos nombre y figuras se mantienen intactos en mi memoria. Cada vez que puedo visito San Bernardo, y me pongo a caminar por esa callecitas de mis años juveniles, por aquellos sitios queridos : Libertad, 1º de Mayo, Nogales, Pérez, Barros Arana, Portales, Prat y tantos otros lugares que tercamente asaltan mi memoria y muchas veces me parece ver a aquellos amigos tan queridos y más cercanos : Jorge Galdames, Darío Ríos, los hermanos Carrera, la Marinita y la Gloria Ríos, y todas aquellas Marías que me llenaron de ilusión, por lo que pudo haber sido y no fué, rodeandome de rimpiantos y rimorsos dificiles de explicar. Hay cosas que me lastiman profundamente y siento dolor y pena por aquellos amigos que están sufriendo, por la dolorosa enfermedad de Carlos Gómez y la tristeza por mi amigo Hugo Salas W, para quienes tengo un recuerdo muy especial y un gran cariño.-

Nota.-( Rimpianto: remordimientos por cosas que dejé de hacer.- Rimorsos: Remordimientos por cosas que hice.)

CALLES DE SAN BERNARDO.-

Por Róbinson Venegas Aravena.-
Recuerdo con precisión esas calles de mi pueblo,
en esos días lluviosos, en esas noches serenas.
En los veranos ardientes, en la luna, en las estrellas,
en los amigos de entonces, en el amor sin fronteras,
en esos sitios queridos viviéndo la adolescencia.
Al recordar las hazañas las glorias del día a día,
de soberbia, de fiereza y de arrogante osadía,
con esa ilusión dichosa de una juventud gloriosa
que se fué por el camino, dejándo el alma dolida
de ese tiempo luminoso, tan guerrera y tan altiva.
Al recordar esas calles que troté con gallardía,
como relámpago brillan los recuerdos, los amigos
que a duras penas soporta el pensamiento dormido,
que se detuvo de pronto, para entrar en el olvido

domingo, 27 de julio de 2008

MAESTRANZA CENTRAL DE SAN BERNARDO.-

Puerta principal de la Ex- Maestranza Central de San Bernardo en los momentos en que pasa al sur un tren convoyado por una locomotora eléctrica del Tipo 32. Esta puerta se encuentra un poco antes del Paradero Maestranza con frente a la Avenida Portales.-
           Poema.-

Autor. Robinson Venegas Aravena.-

Te encuentras desecha, olvidada.
Ya no queda reliquia de esa lumbre,
que ardió tantos años en llama pura
solo silencio y sombras hoy la cubre.

Cerca de un siglo galopaste, con pompa
grandeza y arrogancia
fuistes el eje del avance ferroviario,
nunca sabremos porque te desplomaste.

Se acabaron de pronto tus jornadas,
se acallaron ligero tus sirenas.
Todo de un golpe se fundió en la nada ,
para sumir el corazón en penas.

Los llorosos ojos de tantos ferroviarios
todos aquellos que un día cobijaste,
se fueron de a poco, en tristes caravanas
para borrar de un soplo aquel pasado,
dando paso al dolor y a la nostalgia.-

jueves, 24 de julio de 2008

AÑO NUEVO EN LA ESTACION DE RANCAGUA.-

AÑO NUEVO EN LA ESTACION DE RANCAGUA.- ( AÑO 1964)


Por Róbinson Venegas Aravena.-

Treinta y uno de Diciembre, cuando el año ya se acaba,
son las once de la noche y yo tan lejos de casa,
en la estación de Rancagua, que se encuentra despoblada.
Las luces de la ciudad iluminan la explanada,
suenan bombas y petardos felicidad desatada.
Yo rodeado de sombras, de lobreguéz y fantasmas,
aquí en un espacio inmenso, me acompaña solo el alma.
La medianoche se acerca y agónico el año canta,
para dar la bienvenida al año nuevo que avanza.
yo solo con mi silencio y mi ángel de la guarda.

A lo lejos la ciudad tiñe el cielo de escarlata,
suenan pitos y sirenas, la alegría los embarga,
atesorándo recuerdos una gran pena me abraza,
solo con mis pensamientos, rebozantes de añoranzas,
más allá el mundo ríe, salta se estrecha y danza,
mientras lamento estar solo, solo y lejos de casa......-


Fué una noche de Diciembre del año 1962 en que debí cumplir con mi trabajo de jefe de estación Nocturno de Rancagua. Como es habitual en ferrocarriles el servicio de trenes se suspende a las 23 hrs y se reanuda a las 4 de la madrugada en fechas de año nuevo. Todo el personal entonces se dirige a sus hogares a celebrar. Yo no podía hacerlo, primero porque era el Jefe y enseguida porque vivía en San Bernardo.




miércoles, 23 de julio de 2008

TRENES NOCTURNOS A VALDIVIA Y PUERTO MONTT.-.-

Había días complicados, llenos de emoción, todo relacionado con intenso tráfico de trenes, lo que constituía un acicate para desarrollar una labor dinámica y certera y poner a prueba a cada momento una gran capacidad de organización. Los trenes de largo recorrido a Valdivia o Puerto Montt, con sus coches de dormitorio completos en que viajaban matrimonios, en luna de miel se mostraban rodeados de una atmósfera romántica
. Era hermosos ver entrar a la estación de Rancagua en donde yo desempeñaba mi puesto de Jefe de Tráfico esos trenes nocturnos con 20 coches convoyados por locomotoras a vapor, espléndidas, brillantes y luminosas con maquinistas asomados por las escotillas como si fueran astronautas envueltos en un suave misterio que hacía silbar el aire que con maestría contraía los frenos saturándo el entorno para ir deteniendo la inmensa mole de acero muy lentamente en medio del ajetreo de porta-equipajes, que disputaban su trabajo y de vendedoras vestidas impecablemente de blanco cargándo sus canastas repletas de apetitosa mercadería que ofrecían a los ávidos pasajeros asomados a las ventanas de los coches y pasajeros que subían y bajaban con tranco apresurado, mientras tanto el personal de conductores aprovechaba la detención para relajarse en el Buffet de la estación en donde el concesionario Dalmar Solís de Ovando se preocupaba de que nada faltara. El personal de mecánicos mientras tanto se dedicaba a inspeccionar todos los coches, revisándolo todo, zapatas de frenos, eslabones, cadenas y enganches y el tren no era despachado hasta que ellos no dieran su visto bueno. Recuerdo a varios de ellos, que ni se si aún existen; Pablo Zimeck, Hernán Pozo, el Chico Navarro, el viejo Pino. Pronto el nocturno ya estaba listo. El viaje a Puerto Montt era largo, 15 Hrs por lo menos, viaje que se afrontaba con entereza. El tren aflojaba frenos y yo desde mi oficina autorizaba la salida del tren Nocturno, previo contacto con la estación de Los Lirios con via libre telegráfica otorgada por Salgado Tapia. La salida se anunciaba por los parlantes de la estación, entonces el conductor hacía sonar su silbato al mismo tiempo que alzaba la mano derecha haciendola girar sibre su cabeza .-El tren salía entonces y todo se iba aquietándo. La estación quedaba cautiva en el silencio y el público lentamente iniciaba su regreso a casa después de despedir a familiares o amigos, que asomados a las ventanillas de los coches se quedaban con el último adiós hasta hacerse pequeñitos y desaparecer más allá de la oscuridad y del silencio, silencio que despertaría con la llegada del próximo tren, para repetir una vez más el revuelo y la fantasía.-

COMO UNA CENTELLA.-

El TIEMPO PASÓ COMO UNA CENTELLA.

Tuve compañeros, algunos locuaces,
y otros muy serios.
Me envolví en deleite, en hechizos, en sueños.
Me invadían penas, que se iban luego,
y el tiempo pasó como una centella.
Pasaron los años, pasaban los meses,
las horas volaban, se iban los días
y así en esa forma el tiempo se iba.

El encanto aquel para ir al trabajo
abordar un tren,
para descender en las estaciones:
Graneros,Rancagua, Rengo o Pelequén,
Hospital, San Francisco,Los Lirios o Buín,
eran todas ellas Paraiso, Edén.

Así pasó el tiempo, siempre lejos de casa,
tantas cosas bellas que por el surcaron,
hermosos instantes,
de un tiempo dorado.
No dándome cuenta como se fugaron.
Hoy son solo recuerdos de un ferroviario.-

AL GRAN AMIGO Y COLEGA OSCAR COVARRUBIAS GONZÁLEZ

Temprano, a las siete de la mañana tomaba el turno como Movilizador de trenes en la estación de Rancagua. El trabajo consistía en recibir y despachar trenes para el norte y el sur con puntualidad y precisión. Los recuerdos de ese tiempo, que son tantos, me producen nostalgia y algunas penas rondan mi corazón, pero al mismo tiempo me siento rodeado de magia y de fuertes sentimientos. Los colegas de entonces, tantos y tan variados son objeto de un lugar muy especial en mi memoria, sobresaliendo entre todos ellos, Oscar Covarrubias González, colega, compañero y por sobre todo amigo leal, cuya vigoroza figura unida a su carácter de niño alegre, travieso y burlón no he podido apartarla de mis añoranzas ferroviarias por lo que desde este modesto blog le brindo un emocionado recuerdo en donde quiera que esté, pués nunca más lo ví y nada supe de el. Creo que había venido desde la estación de San Vicente ubicada en el Ramal de Pelequén a Las Cabras, con estaciones como Codao, La Rosa, Las Cabras de donde tambien habían salido otros colegas: Guillermo Araya, el Chico Jímenes, Germán Videla G. y todos los hermanos Sánchez y popularmente conocidos como los Mazamorra, por su inentendible lenguaje.-
Los días pasaban y el tiempo se iba, pero no había gran apuro en nuestras vidas, plenas de salud y de juventud, llena de proyectos y de sueños que rara vez se cumplían, pero así éramos enteramente felices y curiosamente las pequeñas cosas las disfrutábamos de una manera muy especial. Nos reíamos de todo y muchas veces de nosotros mismos. A menudo nos juntábamos con Oscar en un negocio cercano a la estación conocido con el nombre de "las tetas de oro" que de oro no tenían nada, en donde apenas nos alcanzaba para una taza de café. Sosteniamos largas y entretenidas conversaciones con todo tipo de anécdotas y aventuras en su gran mayoría falsas, pero que a fuerza de tanto contarlas se trasformaban en verdaderas . Oscar, Coca para los amigos, hacía alarde de una gran cantidad de morisquetas que para nosotros resultaban muy graciosas pero no así para la dama que atendía el local que lo sorprendió en pleno show dirigido hacia ella. La dama lo miró sorprendida e indignada, pero Oscar prosiguió mirándola con descaro, moviéndo boca, bigotes, ojos pestañas y cejas provocándo incontenible hilaridad entre los presentes, lo que indignó a la mentada tetas de oro que nos miró con ira. Me atreví a pedir disculpas " señora, mi amigo tiene una rara enfermedad, siempres es así cuando bebe café" me atreví a decirle un tanto asustado lo que no era óbice para dejar de reír. Rapidamente escapamos ante su indignada mirada. Durante mucho tiempo recordamos el incidente y reíamos y aún hoy, después de tantos años me parece ver a Bigote Covarrubias desfigurándo su rostro, enteramente trasformado en graciosas morisquetas lo que me hace sonreir, ubicándome en el mismo lugar de los hechos. He regresado a Rancagua y ahí todo ha desaparecido. Hoy funciona un taller mecánico. ¿ Qué habrá sido de las Tetas de Oro? Creo que deben haber fallecido ya que nosostros que apenas teníamos un poco más de 20 años, ellas ya eran viejas. Saquen la cuenta.-

domingo, 13 de julio de 2008

ESTACION DE SAN BERNARDO


DONDE ESTARAN AHORA.-? ¿ QUÉ SERÁ DE ELLOS?....

Así fueron pasando los años.Uno, dos, diez veinte . A veces con lentitud y otros vertiginosaamente . Cada vez que abordaba el tren en San Bernardo, mi vieja ciudad, era todo un desprendimiento, presentía que al hacerlo me alejaba de aquellos amigos tan queridos que de a poco habían entrado en mi vida. Disfrutábamos con cosas sencillas, naturales, espontáneas, que nos hacían vivir despreocupadamente y enfrentábamos el paso de los días con alegría en medio de nuestra exultante juventud envuelta en una perenne primavera. Hoy al recordar a algunos de mis amigos más queridos, inevitablemente el nombre de Jorge Galdámes Larrea sobresale entre todos ellos. Choche le llamaban sus más cercanos. Era poco más que un niño. Alegre, juguetón, ingenuo, algo inquieto y travieso. No recuerdo bien la forma en que trabamos amistad . Era varios años menor que yo, pero eso no fué óbice para entendernos. Solíamos pasear en bicicleta alrededor de la Plaza de Armas de San Bernardo. Jorge, lo hacía cantando con voz de tenor el Barbero de Sevilla que cada vez que lo escucho inevitablemente lo relaciono con mi amigo del que nunca he sabido de el, pero que su imágen y el recuerdo de su simpatía se convirtió en un vínculo entre ese tiempo y yo.
Con frecuencia me recibía en su casa, que se ubicaba la lado norte de la estación de San Bernardo, al poniente de las vías. Su padre Juan Galdámes era funcionario ferroviario y se desempeñaba como Jefe de Tráfico en la estación Alameda. Jorge formaba parte de una familia numerosa. Creo que eran cinco hermanos. Acude a mi memoria la imágen de Amanda, una bella y silenciosa niña que me distinguió con su afecto de adolescente apacible, serena rodeada de tranquila calma. La familia, poseía una hermosa radio electrola en donde era posible deleitarse con música y melodías y en especial una de ellas, un Rimpianto de Toselli cuyos románticos sones me han perseguido a través de los años. Bueno, el tiempo pasó y empezaron a perderse todos esos seres queridos, cariñosos y amables, cuyos nombres y figuras regresan en todo su esplendor para recordarme aquellos gratos instantes , momentos de vida, trocitos de existencia que me asaltan de vez en cuando, para trastocar todos mis sentimientos-
Pienso que todo reside y vive en nuestro propio corazón y que todas las cosas pueden hacerse según se desee, pero desaparecen sin que uno se lo proponga. Por eso al rememorar aquellos tiempos. ocupa un lugar muy especial ese amigo, Jorge Galdámes, confidente y complice de mi primer amor. De ese amor casi espiritual que sentía por aquella jovencita que recién se asomaba a la vida en la gloriosa belleza de sus quince años, instantes a los cuales he consagrado un persistente recuerdo que inunda mi memoria y su voz lejana y tenue llega flotándo a mis oídos para recordar aquellos bellos e inolvidables momentos de mi adolescencia.

La vida marcó mi futuro y muy pronto empecé a alejarme de todo aquello tan querido. Los vínculos que había creado, empezaron a desaparecer . Se tornaron débiles, frágiles, quebradizos. Aparecían nuevas instancias. Mis pensamientos volaban, como volaba el tren que me transportaba a destinos diferentes, estaciones ferroviarias que marcaban mi rumbo y mi itinerario para enfrentar nuevos desafíos. Distintos colegas, distintos amigos. Pero yo jamás dejaba de soñar y cada vez que abordaba el tren en San Bernardo me iba despidiéndo mentalmente,de la plazoleta, de la estación, de la Farmacia Prat, de la calle Barros Arana. La Avenida Portales, paralela a la vía férrea y me acompañaba hasta Nos con el señorío de sus plátanos orientales en una inteminable hilera de casas y por el oriente la Maestranza Central de San Bernardo que finalizaba abruptamente formándo una punta de diamante, un poco mas al sur de la Avenida Eucaliptus, para dar paso a poblaciones que desordenadamente lo iban invadiéndo todo.-

Saliendo de Nos se desplegaba el paisaje enmarcado en montañas. El tren corría al lado de la carretera compitiendo con un desfile de vehículos que de a poco quedaban atrás. Pronto aparecía el Río Maipo,con sus puentes y portezuelos areneros y un poco más allá pequeños caseríos, aldeas humildes con largas y monótonas cadenas de casitas pintadas de diferentes colores en donde residía la pobreza, chatas, mal hechas con techumbres ruinosas de latas o tejas y jardincitos resecos en donde a duras penas florecían humildes plantas que luchaban por el agua en medio de un fenomenal desórden, circundados por rejas de madera mal alineadas, amarradas con alambre y peor construidas a punto de desplomarse y otras que ya habían caído.

A medida que la tarde avanza comienzan a encenderse timidamente la luz de sus ventanas y al mismo tiempo se van iluminando las polvorientas y tristes callecitas con lámparas que casi nada alumbran y que cuelgan de maltrechos postes de madera que amenzan con irse al suelo mientras centenares de polillas revolotean alrededor de la escuálida lumbre. Mientras tanto, yo desde la comodidad de mi asiento del tren atisbo, como un intruso, como un mirón inoportuno, el desarrollo y movimento de sus vidas. Llegamos a Buín recortándose en la puerta de su oficina el Jefe de estación, el señor Vergara a su lado como un guardián Mario Fernández el movilizador. Luego Linderos, y su Jefe Don Germán Sandoval. El tren apenas se detiene en cada estación, lo hace casi con desprecio. Bajan y suben escasos pasajeros ante la curiosa mirada del personal de la estación que se reviste de autoridad, enfundados en sus uniformes. El tren reinicia su marcha y todo vuelve a la normalidad. Todo se queda en silencio, vacío, empobrecido. La locomotora brinca en dirección al sur para devorar distancias en su camino de acero y entrar en Paine ante la preocupada atención de guarda cruces y cambiadores y la rigidéz impuesta por el Jefe Jorge Bustamante. Y otra vez lo mismo. El tren se pierde en la curva del Rincón de Paine, acompañado de las luces rojas, las fijas del último vagón.-

viernes, 11 de julio de 2008

AQUELLOS COLEGAS

RANCAGUA.- AQUELLOS COLEGAS-

Recuerdo la figura de la gran mayoría de mis colegas, compañeros y amistades que surgieron para llenar una época de mi vida . Al cerrar los ojos rememoro un desfile interminable y silencioso de imágenes como si todo sucediera como en una gran película muda acompañada de un suave rumor de hojas batidas por el viento. Contengo la respiración por algunos segundos y todo mi ser se estremece esforzándome en controlar las emociones que me invaden al estar aquí de nuevo, como visitante en la estación ferroviaria de Rancagua, con recuerdos todos saturados de nostalgia en torno a sucesos y personas que me fueron tan familiares y muchas de ellas muy queridas. Me quedo mirando en derredor y voy captándo borrosas escenas que tan pronto aparecen como se escapan, como burlándose por querer resucitar un pasado cargado de evocaciones, de añoranzas envueltas en soledad, alegría, en felicidad y remordimientos.

La estación, los desvíos, las señales, el rítmico morse del telégrafo. Trenes de carga y de pasajeros, con maquinistas y conductores dispersas en ciudades diferentes, con familia que anhelantes esperaban el ser querido.
La máquina de patio, aquellos maquinistas, Gaete, Carrasco, el viejo Silva, siempre listos en el timón de la locomotora. Los cambiadores atentos en sus casetas. Los Guardias hoscos y vigilantes recorriéndo andenes y patio. Portaequipajes afanados, infatigables y tenaces. Las venteras impacientes y esperanzadas cargando sus canastas promocionándo sus productos a la llegada de cada tren de pasajeros curiosos asomados a las ventanillas.

Los boleteros, Carlos Román Ascuí, Alberto Ibarra Díaz, Enrique Burgos Romero, asomados en sus puesto de venta de pasajes como prisioneros asomándo parte de su cara por la pequeña ventanilla protegida de barrotes, atendiendo público viajero a estaciones cuyo nombre producía un deseo irrefrenable de conocerlas. Luego se producía un zafarrancho que causaba la entrada de un tren de pasajeros trasformándolo todo, con un trajín apresurado, en medio de un frenético sonar de timbres campanas y altavoces, produciéndo una agitación dinámica con carreras gritos exclamaciones y encargos, y tantas cosas que pasaron al olvido pero que mi corazón y mi espíritu se niega a sepultar y con porfía me asaltan, como si estuvieran ahí agazapados a la vuelta de la esquina, entonces empiezo a soñar de nuevo y a dialogar imaginariamente con todos aquellos que formaron parte de mi existencia de un tiempo inolvidable que no quiso detenerse.
Cada vez que regreso a Rancagua, solo por revivir aquello, mi corazóan se llena de palpitante gozo todo envuelto en una suave fragancia y un grato perfume saturado de murmullos que llega a mis oídos como en sordina y una música lejana transportada por el viento que vuelve todo muy placentero y que sin darme cuenta creo sentir el ronco crepitar del tren sobre los rieles acompañado de pitos y campanas para detenerse jadeante bajo el inmenso techo de la estación y derramar el inconfundible aroma capturado en pueblos lejanos y campiñas con olor a viaje que se esparce en todas direcciones escapándo por puertas y ventanas, perfumándolo todo, mientras permanezco estático disfrutándo del instante sin atreverme a abrir los ojos ni dar un paso por temor a derrumbar el hechizo de esta hermosa fantasía que me oprime el corazón profundamente, yendo mas allá de mis propios sentidos . Aún absorto bajo esa enorme bóveda de cemento vuelvo a la realidad. Veo como ha pasado el tiempo. El sol ha ido huyendo y sus últimos rayos invaden la línea del horizonte, es el ocaso tras la montaña de los cerros de Doñihue para iluminar y teñir rabiosamente el cielo de escarlata , atrapando algunas nubes dispersas que se convierten en llamas en una gloriosa despedida para sumir en penumbras el recinto ferroviario que ahora se ve despoblado, triste, abandonado en donde poco a poco se van encendiendo lánguidas y amarillentas lámparas que casi nada alumbran, para entregar una perspectiva de desdicha y de melancólicos instantes, mientras que una que otra persona apresuran el tranco en su regreso a casa, ajenos a mi drama.

jueves, 10 de julio de 2008

RANCAGUA. LA ESTACION DEL RECUERDO.-

RANCAGUA.- LA ESTACION DEL RECUERDO -

Autor Róbinson Venegas Aravena.-




Después de tanto tiempo ido ,
a Rancagua regresé emocionado
con el pensamiento de imágenes repleto
dispuesto e enfrentar aquel pasado,
saturado de escenas desvaídas,
borrosas, ambiguas, deslavadas
y el yerto frío que en mi había.
a duras penas revivir quería
después de tantos años apagado,
cubierto de penas, desolado.


Observé cada rincón y cada muro
por si encontraba ese pasado,
disperso, silente, abandonado,
que después de tanta gloria y tanta vida,
lánguida y triste la veía,
y como yo, estaba abatida.

Recorrí eso andenes venturosos,
para resucitar inmóviles fantasmas
que mi infinita pena perseguía
con los ojos de lágrimas cuajados.


Aquí estuve yo, y ahora estaba
muy solo y lastimado.
Ya nada era igual, todo cambiado.

Bella estación de mil recuerdos,
nostálgica, venturosa, mágica
sé que percibes mi dolor amargo,
pero has de saber hermosa mía,
que tu vida es mi vida
a pesar de los estragos.


Era inutil seguir pensando en ello,
mi espíritu seguía divagando.
Pero, no. El pasado está muerto.
Muerto y sepultado




,






martes, 8 de julio de 2008

DE SAN BERNARDO SALI...........

Vine desde San Bernardo a Paine, en donde me desempeñé como Telegrafista Nocturno, a cargo del Tráfico de trenes. Tiempo después asumí la misma función en la Estación de Rancagua, ciudad en la que permanecí por algunos años, en la década de los sesenta. La estación era muy hermosa y aún lo es y por sobre todo en esa época un muy importante centro ferroviario. El clima es benigno, salvo en los meses de invierno. Rancagua en sí poseía un maravillosa atmósfera provinciana y aún era posible entablar conversaciones con desconocidos que se mostraban amables y educados. En la ciudad de ese tiempo destacaban construcciones antiguas y era dable encontrar en pleno centro, casa de adobe y tejas amplias y acogedoras. Sus gentes se desplazaban lentamente, sin gran apuro en medio de negocios atractivos con ambles vendedores que ofrecían variada mercadería. Al regresar después de muchos años pude observar gran actividad con personas que caminan apresuradas, y un incesante tráfico de vehículos y pequeños buses que se desplazan en diferentes direcciones por calles estrechas y siempre pobladas de negocios.En el centro los semáforos son deficientes y para la persona que no está habituada al lugar es posible dudar entre el rojo y el verde por la mala calidad de sus vidrios.
La estación central es un referente por su moderna estructura, como asimismo de estación de la Braden, amplia y hermosa.

RAMAL FERROVIARIO A COLTAUCO.-

La estación de Rancagua, recibía diariamente cientos de pasajeros provenientes del norte y del sur y muchos de ellos abordaban el tren a Coltauco, ramal éste en donde destacaban las estaciones de Loreto, Doñihue y los paraderos Lo Miranda, Punta de Cortés en medio de hermosos lugares con distintos tipos de verde, y paisajes bucólicos, de suaves lomas y caminitos que se cruzaban para conducir a destinos diferentes o a ninguna parte en donde florecían caseríos escondidos tristes o esperanzados en que una importante parte de los hombres se dedicaba a la fabricación de aguardiente, trabajo clandestino que era tenazmente perseguido por la autoridad. Otros se dedicaban a la artesanía y las mujeres a la confección de mantas y ponchos que hizo de Doñihue conocido a nivel nacional- Guardo en mi memoria el nombre del Jefe de estación de Doñihue, Jorge Gannat y el Coltauco de apellido Gutierrez.

COLEGAS COMPAÑEROS Y AMIGOS





Esto, no es un cuento, tampoco es una ficción. En realidad no sé lo que es, solo diré que son hechos, situaciones y anécdotas que sucedieron hace tantos años, tantos, que la gran mayoría de aquellos que en esa época participaron y que fueron actores de una aventura que se escribía día a día, eran jóvenes y otros no tanto. Muchos de ellos serán abuelos y algunos estarán acabados. Seguramente me habré tropezado con más de alguien sin siquiera reconocernos. Además hé acompañado a varios al panteón en medio de familiares llorosos, apenados, entristecidos. Hé sabido de colegas que transitan en el ocaso de sus vidas cargando padecimientos, dolencias y sinsabores, consecuencia lógica y natural de los años, algo a lo que nadie puede escapar.En todo caso, los relatos en que menciono nombres de colegas y compañeros ferroviarios entre los años 55 y 90, no tienen otro propósito que es el de revivir instantes y soplos de mi existencia con reminiscencias y pensamientos envueltos en nostálgicos recuerdos.-

TODO PASA.-

En aquellas jornadas el tiempo era lento. No había prisa y el afán de cada día día era todo un sueño. Los años se fueron amontonándo y no nos dábamos cuenta de eso, bueno hasta ahora, en que he decidido revivir y revisar algo de ese pasado, con evocaciones profundas, añoranzas descarnadas, intensas, en que la felicidad rondaba el corazón y debía convivir con tristezas y penas que después de tanto tiempo corroen el alma y muerden haciéndo zozobrar el espíritu y el coraje. Sé que lo que a continuación leerán carecerá de interés para muchos. Sólo hé querido relatar aspectos y algunos hechos de mi vida para dar salida a inquietudes y así plasmar en éstas líneas, sentimientos, emociones e impreciones íntimas que llenaron una etapa importante de mi existencia, que presenció el acontecer de los años , desde que tuve conciencia.

ANGOSTURA DE PAINE.-

Abrí los ojos en la Angostura de Paine, lugar exacto en que se unen las dos cordilleras, entre el Cerro Chayay y el Cantillana. Ahí en la Estación ferroviaria de Angostura, que ya no existe y cuyo Jefe de Estación era Don Atilano Pérez Moreira
(Q:E:P:D), mi padre se desempeñaba como telegrafista La estación se encontraba ubicada al poniente de las vías dando la espalda al cerro Cantillana, una de las mayores alturas de la cordillera de la costa y casi siempre cubierta de nieve en los meses de invierno y hasta bien avanzada la primavera. Por el oriente el Chayay y entre ambos rumoroso serpentea el río Angostura. El último Jefe de Estación de Angostura fué Don Armando Elorrieta González (Q.E.P.D.). Hoy ahí no hay nada. Solo puede observarse las curvas y contracurvas de la vía ferroviaria que se entregan mansamente al tráfico de trenes que se deslizan serpenteándo en medio de un bucólico paisaje, a pocos metros de la carretera.

ENTRE LAS DOS CORDILLERAS

En Angostura nací. Ferroviario fué mi padre,
los trenes me arrullaron en los brazos de mi madre,
entre el río y la montaña, el viento sur resoplaba,
y con estruendo salvaje rayos y truenos sonaban.
En esa noches de invierno, en esas noches heladas
entre las dos cordilleras de cumbres tan elevadas,
mi madre me dió la vida en una fría mañana,
en ese apartado sitio de condición singular,
en donde el Cantillana se abraza con el Chayay.-




lunes, 7 de julio de 2008

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Acerca de mí

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¿Qué podría decir?... Bueno.. ¿Qué es la vida?, una ilusión. ¿Qué es la vida?, un frenesí. Que el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.- Calderon de la Barca).... y siguió soñando.... Los recuerdos son el aroma del alma..-Mi vida se fue plasmándo entre estaciones y trenes. Aprendí telégrafo antes de ir al colegio. Mi padre fue Telegrafista en gran cantidad de estaciones que apenas recuerdo y Jefe de Estación. Yo y mi hermano Juan Arnoldo seguimos sus pasos. Estuvimos desde Alameda a Talca en la mayoría de las estaciones que en esa época eran el eje y motor del desarrollo del país. Fuí ferroviario y creo que aún lo soy.-

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