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miércoles, 23 de julio de 2008

TRENES NOCTURNOS A VALDIVIA Y PUERTO MONTT.-.-

Había días complicados, llenos de emoción, todo relacionado con intenso tráfico de trenes, lo que constituía un acicate para desarrollar una labor dinámica y certera y poner a prueba a cada momento una gran capacidad de organización. Los trenes de largo recorrido a Valdivia o Puerto Montt, con sus coches de dormitorio completos en que viajaban matrimonios, en luna de miel se mostraban rodeados de una atmósfera romántica
. Era hermosos ver entrar a la estación de Rancagua en donde yo desempeñaba mi puesto de Jefe de Tráfico esos trenes nocturnos con 20 coches convoyados por locomotoras a vapor, espléndidas, brillantes y luminosas con maquinistas asomados por las escotillas como si fueran astronautas envueltos en un suave misterio que hacía silbar el aire que con maestría contraía los frenos saturándo el entorno para ir deteniendo la inmensa mole de acero muy lentamente en medio del ajetreo de porta-equipajes, que disputaban su trabajo y de vendedoras vestidas impecablemente de blanco cargándo sus canastas repletas de apetitosa mercadería que ofrecían a los ávidos pasajeros asomados a las ventanas de los coches y pasajeros que subían y bajaban con tranco apresurado, mientras tanto el personal de conductores aprovechaba la detención para relajarse en el Buffet de la estación en donde el concesionario Dalmar Solís de Ovando se preocupaba de que nada faltara. El personal de mecánicos mientras tanto se dedicaba a inspeccionar todos los coches, revisándolo todo, zapatas de frenos, eslabones, cadenas y enganches y el tren no era despachado hasta que ellos no dieran su visto bueno. Recuerdo a varios de ellos, que ni se si aún existen; Pablo Zimeck, Hernán Pozo, el Chico Navarro, el viejo Pino. Pronto el nocturno ya estaba listo. El viaje a Puerto Montt era largo, 15 Hrs por lo menos, viaje que se afrontaba con entereza. El tren aflojaba frenos y yo desde mi oficina autorizaba la salida del tren Nocturno, previo contacto con la estación de Los Lirios con via libre telegráfica otorgada por Salgado Tapia. La salida se anunciaba por los parlantes de la estación, entonces el conductor hacía sonar su silbato al mismo tiempo que alzaba la mano derecha haciendola girar sibre su cabeza .-El tren salía entonces y todo se iba aquietándo. La estación quedaba cautiva en el silencio y el público lentamente iniciaba su regreso a casa después de despedir a familiares o amigos, que asomados a las ventanillas de los coches se quedaban con el último adiós hasta hacerse pequeñitos y desaparecer más allá de la oscuridad y del silencio, silencio que despertaría con la llegada del próximo tren, para repetir una vez más el revuelo y la fantasía.-

COMO UNA CENTELLA.-

El TIEMPO PASÓ COMO UNA CENTELLA.

Tuve compañeros, algunos locuaces,
y otros muy serios.
Me envolví en deleite, en hechizos, en sueños.
Me invadían penas, que se iban luego,
y el tiempo pasó como una centella.
Pasaron los años, pasaban los meses,
las horas volaban, se iban los días
y así en esa forma el tiempo se iba.

El encanto aquel para ir al trabajo
abordar un tren,
para descender en las estaciones:
Graneros,Rancagua, Rengo o Pelequén,
Hospital, San Francisco,Los Lirios o Buín,
eran todas ellas Paraiso, Edén.

Así pasó el tiempo, siempre lejos de casa,
tantas cosas bellas que por el surcaron,
hermosos instantes,
de un tiempo dorado.
No dándome cuenta como se fugaron.
Hoy son solo recuerdos de un ferroviario.-

AL GRAN AMIGO Y COLEGA OSCAR COVARRUBIAS GONZÁLEZ

Temprano, a las siete de la mañana tomaba el turno como Movilizador de trenes en la estación de Rancagua. El trabajo consistía en recibir y despachar trenes para el norte y el sur con puntualidad y precisión. Los recuerdos de ese tiempo, que son tantos, me producen nostalgia y algunas penas rondan mi corazón, pero al mismo tiempo me siento rodeado de magia y de fuertes sentimientos. Los colegas de entonces, tantos y tan variados son objeto de un lugar muy especial en mi memoria, sobresaliendo entre todos ellos, Oscar Covarrubias González, colega, compañero y por sobre todo amigo leal, cuya vigoroza figura unida a su carácter de niño alegre, travieso y burlón no he podido apartarla de mis añoranzas ferroviarias por lo que desde este modesto blog le brindo un emocionado recuerdo en donde quiera que esté, pués nunca más lo ví y nada supe de el. Creo que había venido desde la estación de San Vicente ubicada en el Ramal de Pelequén a Las Cabras, con estaciones como Codao, La Rosa, Las Cabras de donde tambien habían salido otros colegas: Guillermo Araya, el Chico Jímenes, Germán Videla G. y todos los hermanos Sánchez y popularmente conocidos como los Mazamorra, por su inentendible lenguaje.-
Los días pasaban y el tiempo se iba, pero no había gran apuro en nuestras vidas, plenas de salud y de juventud, llena de proyectos y de sueños que rara vez se cumplían, pero así éramos enteramente felices y curiosamente las pequeñas cosas las disfrutábamos de una manera muy especial. Nos reíamos de todo y muchas veces de nosotros mismos. A menudo nos juntábamos con Oscar en un negocio cercano a la estación conocido con el nombre de "las tetas de oro" que de oro no tenían nada, en donde apenas nos alcanzaba para una taza de café. Sosteniamos largas y entretenidas conversaciones con todo tipo de anécdotas y aventuras en su gran mayoría falsas, pero que a fuerza de tanto contarlas se trasformaban en verdaderas . Oscar, Coca para los amigos, hacía alarde de una gran cantidad de morisquetas que para nosotros resultaban muy graciosas pero no así para la dama que atendía el local que lo sorprendió en pleno show dirigido hacia ella. La dama lo miró sorprendida e indignada, pero Oscar prosiguió mirándola con descaro, moviéndo boca, bigotes, ojos pestañas y cejas provocándo incontenible hilaridad entre los presentes, lo que indignó a la mentada tetas de oro que nos miró con ira. Me atreví a pedir disculpas " señora, mi amigo tiene una rara enfermedad, siempres es así cuando bebe café" me atreví a decirle un tanto asustado lo que no era óbice para dejar de reír. Rapidamente escapamos ante su indignada mirada. Durante mucho tiempo recordamos el incidente y reíamos y aún hoy, después de tantos años me parece ver a Bigote Covarrubias desfigurándo su rostro, enteramente trasformado en graciosas morisquetas lo que me hace sonreir, ubicándome en el mismo lugar de los hechos. He regresado a Rancagua y ahí todo ha desaparecido. Hoy funciona un taller mecánico. ¿ Qué habrá sido de las Tetas de Oro? Creo que deben haber fallecido ya que nosostros que apenas teníamos un poco más de 20 años, ellas ya eran viejas. Saquen la cuenta.-

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¿Qué podría decir?... Bueno.. ¿Qué es la vida?, una ilusión. ¿Qué es la vida?, un frenesí. Que el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.- Calderon de la Barca).... y siguió soñando.... Los recuerdos son el aroma del alma..-Mi vida se fue plasmándo entre estaciones y trenes. Aprendí telégrafo antes de ir al colegio. Mi padre fue Telegrafista en gran cantidad de estaciones que apenas recuerdo y Jefe de Estación. Yo y mi hermano Juan Arnoldo seguimos sus pasos. Estuvimos desde Alameda a Talca en la mayoría de las estaciones que en esa época eran el eje y motor del desarrollo del país. Fuí ferroviario y creo que aún lo soy.-

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