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domingo, 31 de agosto de 2008

RANCAGUA. ESTACION. BODEGA. ANDENES Y DESVIOS.-

Rancagua la hermosa estación de mis recuerdos, antes que se modernizara- La fotografía está tomada desde la parte sur con el Tren del Acido sulfúrico en la vía oriente  y el Automotor en la Líne,  denominada La Paz en el lado poniente.-
RANCAGUA AÑO 1989.-



Hace frío y el cielo se vá cubriendo de espesas nubes. Creo que luego lloverá y al pensar en eso me inunda una gran alegría. La lluvia, el viento y los truenos llena mi corazón con una extraña sensación de gozo. Siempre ha sido así. Mientras tanto permanezco en silencio y lo disfruto, pero no tiene sentido seguir ahí con la nostálgica ilusión de revivir aquel pasado ferroviario bajo la inmensa bóveda de la estación de Rancagua en donde laboré tantos años y en donde hé quedado atrapado para sentir la fascinación que me produce el hecho de reencontrarme por un instante con todo aquello que ´fué parte de mi existencia y que al mirar a lo ancho y a lo largo de la estación, veo que casi todo ha desaparecido envolviéndome en tristes pensamientos que van invadiendo todo mi ser. Ya nada es como antes. Todo está vacío. Solo polvo y ruinas, en un lugar que era un verdadero campo de batalla, con sus bodegas atochadas de mercaderías, sus patios ocupados por trenes cargueros para el norte y el sur, con locomotoras de maniobras que nunca descansaban. Cierro los ojos y materializa las siluetas de palanqueros, maquinistas y personal dedicados a su trabajo. Por ahí camina el Chago Silva, Lantadilla, Cavieres el Jefe de Patio Miguel Núñez Cuevas y me aturdo con tantos recuerdos que aprisionaron mi vida, todo en medio de ese ambiente que raptó gran parte de mi juventud, pero curiosamente no quiero huir de ese pasado, porque todo eso me ha dado fuerzas para soñar y rodearme de ilusiones y fantasías y desear que ese montón de ruinas y de escombros se trasformen como el Ave Fenix para retornar en gloria y majestad.

He recorrido otras tantas estaciones y observo con pena y dolor, tanta desolación, destrucción y pillaje en donde pululan vagos y borrachos que sin pudor alguno se han ido adueñando de los aleros de estaciones y bodegas derruídas casi sin puertas ni techos en medio de desperdicios y restos de fogatas en donde conviven alcohólicos, delincuentes y drogadictos convirtiéndo todo en una plaga que desalienta y atemoriza.

Milagrosamente veo como se estaciona un viejo automotor, bajo el andén de la tercera línea que internamente denominabamos La Paz, en donde normalmente se ubicaba el Coltauquino. Me acomodo en el viejo Automotor que muy pronto emprende la marcha en dirección a Santiago. Miro por última vez todo el entorno y ya estamos saliéndo y pasándo por sobre el Puente de la calle Brasil que bulle de actividad con un constante desplazamientos de vehículos y personas que efectúan sus compras y que de a poco se van alejándo para dar paso a un paisaje diferente que empiezo a despedirme de la hermosa ciudad de Rancagua, mientras atisbo por la ventanilla del tren el hermoso espectáculo de luces y el interminable desfile de casitas alineadas paralelas a la vía férrea que poco a poco van iluminándo sus ventanas mientras el tren se queja en un peligroso balanceo que a duras penas soportan los rieles montados sobre durmientes carcomidos sin mantención durante tantos años y devorados por la lluvia el sol y el uso. A pesar de todo es hermoso viajar en tren. Un largo silbato nos anuncia la entrada a la estación de Graneros que de la noche a la mañana fué desmantelada, desapareciéndo su techo de zinc importado y sus inmensa vigas de pino oregón de más de 12 metros de largo. Nos detenemos un instante en medio de un chirrido de frenos y el pequeño poblado cuyo nombre a duras penas se sostiene colgándo de un par de rieles enmohecidos nos indica su nombre y nos despide indiferente.-
Las próximas estaciónes San Francisco, Hospital, Paine, Linderos, Buín, Nos, San Bernardo y Alameda.-

domingo, 24 de agosto de 2008

ESTACION DE HOSPITAL.-

NOCHE DE TERROR.-

Treinta minutos hacía que el tren de largo recorrido zonal Nº 306, con treinta carros de animales destino Alameda había salido de Rancagua. Previa pregunta de pedida de Vía libre a la estación de San Bernardo y con el visto bueno del compañero Movilizador nocturno Díaz apodado Panguilemo, el 306 fué señalizado. Entrada y salida alumbraban a libre en una noche clara, estrellada y tranquila, mientras la música de la radio, compañera inseparable de mis noches de trabajo dejaba oir suaves y nostálgicas canciones en el programa " compases al amanecer". Pronto el convoy apareció en la pantalla de movilización, esto es pasando por Angostura lugar en que se encuentra la señal intermediaria. Lo sentí pitear a la entrada sur del puente de Hospital, enderezándo en la curva sur a la entrada de los cambios. Ya casi frente a la cabina de movilización el maquinista emitió un largo y angustiado silbato, sinónimo de alguna anormalidad. El tren se perdió hacia Paine y luego desapareció de la pantalla. Quedé preocupado por el largo pitazo y al mirar hcia abajo de la oficina de movilización que normalmente se encuentran a una altura de tres metros con respecto a la vía, quedé paralizado, se me nubló la vista y un temblor invadió todo mi cuerpo. Fascinado, sin poder apartar la mirada de la línea y a pesar de la escasa luz, ahí abajo a pocos metros descubrí un cuerpo cortado en dos en medio de la vía. Aparté la mirada espantado. Me puse a rezar todo lo que sabía y que era muy poco, mezclándo las oraciones y otros rezos que inventaba y a punto de llorar. Miraba la hora acada instante. Las tres de la mañana y el maldito reloj que no avanza y el tic tac que me martiriza. Lloré. Me imaginaba el drama de los familiares del difunto que yacía entre las vías cuando supieran del hecho y yo sin poder hacer nada, aterrorizado, estaba sólo. El guardia Juan Santos Tapia que tendría que haber estado ahí, lo había autorizado para que atendiera otros asuntos y me invadía de dudas, a lo mejor es el, pensaba, a lo mejor es él. A quien pedir auxilio. En ese tiempo no había celulares, pensé hacer sonar la campana pidiendo auxilio. Creerían que estaba loco o ebrio. Llamé a Rancagua. Juanito Muñóz, el jefe nocturno me tranquilizó " los muertos no dañan "a los vivos hay tenerles miedo .Claro pensé,para el es muy fácil, pero yo lo viera aquí solo, con una persona destrozada por el tren en medio de la noche, sin casas alrededor, sin nadie que lo acompañe. No podía ser tan insensible. Trataba de comunicarme por selector que es un sistema interno de comunicaciones al cual todas las estaciones pueden acceder y conversar entre Alameda y Talca para solicitar ayuda, lo que fué peor porque luego empezaron a molestar preguntándome si el muerto todavía estaba ahí, si portaba documentos. Estaba lleno de pavor. El viento al mover los árboles aumentaban el miedo y veía muertos por todos lados Pensaba en mi mamá y eso me fortalecía. Cualquier ruido me sobresaltaba, apagué la radio porque no fuera cosa que el finado se enojara y subiera por la escalera a llamarme la atención, mientras permanecía sentado en mi escritorio. Creo que dormí, mientras el agua se cansaba de hervir para tomar una taza de café. De pronto el cielo empezó a tomar una claridad plateada. Pronto aclarará pensé. Y así fué. Pero nada ni nadie podrá hacerme mirar hacia abajo. Las 5, las 6, y las siete. Estaba claro y ya casi alumbraba el sol. A lo lejos caminando por el andén venía el Movilizador diurno, el señor Cortéz, acompañado por el Guarda estación Armando Orellana. Esto me produjo una gran alegría. Mientras le pedía perdón al muerto, aún lleno de pavor. Cortéz y Orellana se quedaron detenidos frente al cadáver. Entonces me asomé. Uno de ellos dijo,¿ qué pasó aquí? Aparentándo serenidad miré por primera vez la escena que me tuvo toda la noche despavorido, y aterrado por tantas horas. Quedé helado, como hipnotizado. Miraba y lo que veía no lo creía, era .........un cordero.-

jueves, 21 de agosto de 2008

PERSONAL NOCTURNO.-

TELEGRAFISTAS. MOVILIZADORES Y JEFES DE ESTACIÓN NOCTURNOS

Era hermoso ver llegar el alba en estaciones diferentes: Buín, Paine, Hospital, San Francisco, Graneros Rancagua y tantas otras. El amanecer se aproximaba y el cielo poco a poco empezaba a teñirse de escarlata en gloriosos días de verano o primavera y ver surgir tras la montaña los primeros rayos de sol espantando las sombras y alumbrandolo todo, recordandonos el término de nuestro turno. Como no recordar tambien aquellas terribles noches de invierno, con viento, lluvia relámpagos y truenos que hacían estallar el firmamento y el frío mordía nuestro cuerpo.
Con aquellos trenes de carga convoyados por la 1109 o la 1110, locomotroas de 50 metros de largo arrastrándo 30 carros con mercancías distintas: madera, animales, fierro, celulosa etc. que se nos venían encima a 100 kilómetros por hora y que aparecían como fantasmas mientras con el aro de mimbre en que incertaba la via libre para que el ayudante de maquinista con medio cuerpo fuera de la máquina y con su brazo y el puño cerrado formando un sermicírculo y nosotros ahí de pié firmemente a 50 Cms de la mole de acero, poníamos con maestría el aro en su sitio y el compañero sacaba limpiamente la via libre para arrojar el aro 100 metros mas allá, maniobra que se repetía para cada tren y que muchas veces nos helaba la sangre y apresuraba los latidos del corazón.
Los Lirios, Requínoa, Rosario Rengo, Pelequén y San Fernando tambien me vieron amanecer. En cada una de esas estaciones sentí la furia de los temporales y tambien sentí el armonioso trinar de los pájaros y en el canto de los gallos el preludio de la llegada del día y empezar a sentir el apresurado trajín de lugareños dirigiendose a su trabajo, caminando por andenes de estaciones trasnochadas con sus rieles brillantes y sus postes de señalización alumbrándo a rojo o verde como centinelas alertas llenos de autoridad.

jueves, 14 de agosto de 2008

LOS DIESEL. MAQUINISTAS EN PELEQUÉN.-

Era una noche tranquila. Nada hacía presagiar lo que vendría. Sonaba el telégrafo. Oscar García Urrea, Movilizador de Rengo, al norte de Pelequén solicitaba línea para un tren "Especial Cooperativa". Con el consabido código otorgué la Vía libre y luego apareció el tren que fué despachado a San Fernando. El tren pasó sin novedad con su casita y luces de reglamento perdiéndose luego hacia el sur.
En los años que hablo, la electrificación había avanzado solo hasta Palequén. Hasta ahí llegaban las máquinas eléctricas y los trenes cambiaban la locomotora por una Diesel. Entonces el tren salía convoyado por una petrolera del tipo 72. Las eléctricas, eran devueltas a Alameda ya fueran las caturras o las 3.000 ó 3.200 conocidas como las Sophia Lorenz arrastraban el tren que les asignaban.
Más o menos a las 22Hrs, apareció por mi oficina el Maquinista Manuel Sereño, rogándome que desconectara el alumbrado de la estación por solo algunos segundos. Cuenta hasta 10 me dijo y conectas. Queremos cambiar un switcher. Solo 10 segundos. Así lo hice. Conecté luego la energía y me olvidé. Creo que leía sentado en mi escritorio, frente al telégrafo. Ardía la chimenea y todo era muy grato. De pronto sentí volar uno de los vidrios de la puerta de la oficina la que fué abierta de un puntapie y en el pórtico un enorme huaso. ¿ Dónde está el Jefe? me espetó. Yo soy el Jefe Nocturno, le dije. ! Que vas a ser vós conc....................!! me dijo el huaso fuera de si, al mismo tiempo que blandía un cortaplumas enorme. Ladrones dijo, me robaron un cajón de manzanas de exportación de la camioneta. A todo esto el Guardia de seguridad que toda estación tiene había salido a revisar el patio de la estación, por lo que me encontraba solo. Tomé el atizador de fierro de la estufa y le ajusté un fierrazo en su brazo portador del arma. Esta saltó al suelo. Trató de cogerla y entonces el fierro fue a para a su espalda, uno dos y tres, y el hombre aflojó camiseta y salió escapándo. Indignado llamé a Carabineros y dí cuenta al Inspector de turno de Alameda, en relación a los hechos. Regresó tambien el huaso con el capitán de carabineros, exigiéndo justicia. El capitán trató de arreglar la situación. El, era migo del hombre, pero este había asaltado un recinto privado y más aún hecho una acusación que en ese momento era indebida. Yo me hacía cargo diariamente a las 21 Hrs y llegaba por el tren local Nº 15, pués vivía en San Bernardo y regresaba a mi casa a las siete de la mañana siguiente. Un día después éste caballero fué a pedir disculpas y reponer el vidrio porque entró a entender que se había equivocado. Nos hicimos amigos. Retiré la denuncia y con frecuencia preguntaba por mi enviándome saludos.
Tiempo después me desempeñaba como Movilizador de Rancagua. Entró a la Oficina el maquinista Chicho Díaz que había estado esa noche en Pelequén a cargo de las diesel Junto a Manuel Sereño, al Muerto Frías y al Inspector de Tracción el señor Rodríguez, más conocido como "Cabeza de muela"( muela es el enganche de los carros y vagones que mantienen el equipo de carros acoplados) !! Hola Róbinson !! saludó con amabilidad. ¿ Te acuerdas del cajón de manzanas de Pelequén, me dijo ? Lo quedé mirando un momento, el hizo lo mismo. Uds, les dije, los diesel. Sí dijo, cuando Sereño te pidió que apagaras la luz, en tres tiempos nos llevamos el cajón de manzanas. Menos mal pensé, el huaso en ningún momento mencionó el apagón de luz. Y pensar que por poco el huaso me mata. Desgraciados, pensé para mis adentros. Me miró el Chicho Díaz de nuevo, como disculpándose. Era obligación decirte, no lo soportaba, no podía vivir con eso. Me dió la mano y desapareció subiéndose a la locomotora que gobernaba, la 3203.-

miércoles, 13 de agosto de 2008

PELEQUEN. UNA VEZ CADA AÑO


FIESTA DE SANTA ROSA DE LIMA VENERADA EN PELEQUEN. 30 DE AGOSTO.-

Pelequén es una comunidad rural, ubicada en la linea central de ferrocarriles a 122 kms de Santiago y cabecera del Ramal a las Cabras, 46 Kms al S.E. y a 41 Kms al sur de Rancagua. La estación de antiguo estilo con imitación de las antiguas casas patronales de la zona. El Ramal a Las Cabras es muy hermoso y el tren serpentea por campiñas de bucólicos paisajes para unir los poblados de Peumo, Malloa, Requegua, San Vicente ,Codao, La Rosa y Las Cabras.
El pueblo de Pelequén es pequeño, y algo atrasado. Casas viejas, chatas de adobe tabique y tejas que milagrosamente se mantienen en pié. En esos años las calles eran polvorientas y mal delineadas, lo que le otorgaba al pueblo un aire de pobreza y abandono, con negocios y chiribitiles en su mayoría dedicados a la venta de alcohol. A la salida de la estación el infaltable Restaurant. " El Triunfo" lugar de reunión de todo tipo de parroquianos, ferroviarios, agricultores, pequeños artesanos dedicados a la fabricación de escobas. Pelequén se trasforma enteramente una vez al año. El 30 de Agosto, fiesta de Santa Rosa, venerada en Pelequén.
En mi calidad de Movilizador de trenes y debido a que Pelequén era uno de los últimos bastiones telegráficos me enviaron durante varios años en esa fecha para hacerme cargo del telegrafo y de la movilización. Era todo un infierno. Los trenes repletos de público, reventados llegaban y salían desde las 7 de la mañana cada 10 minutos al norte y al sur. Los comerciantes venidos de todas partes copaban las estrechas calles con todo tipo de mercaderías y recuerdos y los vendedores ambulantes pululaban ofreciéndo : empanadas, sopaipillas, pequenes y todo tipo de frituras. Todo se trasformaba en un caos. Carabineros e investigaciones controlando la delincuencia, en donde los detenidos eran conducidos a carros rejas que ferrocarriles les ofrecía como retenes .
Los borrachos deambulaban por todos lados arrastrándo a sus mujeres y a sus hijos sin pudor, miemtras los negocios venden flores de papel, figuras de yeso, estampas de la santa y el consabido " Recuerdos de Pelequén" . La música mexicana se deja oir escandalosamente en medio de trifulcas, en que intervienen mujeros gordas, flacas desaliñadas, revueltas con chascones, pelados, guatones con la panza al aire en estado de ebriedad. Mujeres cargándo chiquillos, vestidas con faldas compradas en la ropa americana y los mas grandes vestidos como flaites con la raja al aire y camisas ordinarias con nombres en inglés. " Kiss me". Touch me" The man who never was" abrazándo a lolas pintaditas introducidas en pantaloncitos y luciéndo prominentes pechugas con escotes rebajados que hacen el deleite de los degenerados. Todo se parece mucho a la Corte de los milagros, en donde se juntan, cojos, tuertos, lisiados en sillas de ruedas que tambien le hacen al copete. Poco a poco vá quedando atrás la iglesia y se va extinguiendo el fervor, mientras el débil sol de Agosto ilumina languidamente los cerros de Palequén frente a la Estación ferroviaria que una vez cada año se trasforma en un campo de batalla. El pueblo se aquieta de a poco para recuperar su tranquilidad. El resto, mugre, basura y desperdicios y uno que otro curado olvidado entre los escombros.
Mientras tanto yo en mi oficina de tráfico, solo escucho el canto del telegrafo. ( Vía libre que salga tren especial pasajeros . Tren ..... llegó completo a las ...... (Fdo) Venegas.-

martes, 12 de agosto de 2008

PAINE.. ESTACION DE FERROCARRILES.-

VAGOS EN LAS ESTACIONES.- Por Róbinson Venegas A.-

Como causan pena todos esos seres
que la gente desdeña,
desolados, muertos, en ruinas, vencidos,
torva la mirada. Como me dan pena. Rondan las tristezas,
ocultan su rostro en barbas tupidas,
plañideros piden por amor de Dios,
y pasan las horas de su soledad,
apoyados siempre en esos cañones, que cubre la entrada
de las estaciones.

Son hombres perdidos, sucios, sombríos,
llenos de amarguras, viven en penumbras,
piden caridad.
Nunca han trabajado, así han vivido.
Casi en agonía.
Poco a poco mueren, otros se van,
pero alguien siempre ocupa el lugar,
en esos cañones que cubre la entrada de las estaciones
%%%%%%%%%%%%%%%%%%%

La estación de Paine, ubicada a 41 Kms al sur de Alameda, es cabecera del Ramal que sale a Talagante, que empalma con la vía que sale de Alameda a Cartagena. Esta estación tiene para mi una especial significación por haber sido destinado ahí como Telegrafista Nocturno, siendo ésta mi primera salida desde San Bernardo cuando aún no cumplía 20 años. Jefe de estación entonces era Don Luis Acevedo Muñóz y Movilizador Diurno Don Mario Ortega Herrera, que después se fué de Jefe de estación a Los Lirios. Además de Acevedo, fueron jefes de Paine, Don: Sergio Sánchez Fuentes, y Arturo Cádiz Herrera, y un poco antes Don Atilano Pérez Moreira, y Jorge Bustamante. Actualmente la estación existe como paradero de metro-trenes con una gran demanda de pasajes pues la comuna de Paine, debido a su alto crecimiento y por tratarse de una comuna dormitorio, el metro tren es de gran utilidad, por la rapidéz del viaje a Santiago, que no es màs de 40 minutos, ocupado en su gran mayoría por empleados, obreros y estudiantes
El clima de Paine es el mismo de la Región Metropolitana. La movilización vehicular es buena y se atiende toda la comuna con recorridos hacia todos los lugares, Huelquén, Chada, Culitrín, Hospital, Champa, y a la famosa Laguna de Aculeo, Mansel, Pintué, Vínculo, Rangue, Abrantes, son los poblados y lugares más típicos con hermosos paisajes y con gentes acogedoras que hacen gratas las visitas.-

sábado, 9 de agosto de 2008

DON AQUILES VARGAS HERRERA.

UN GRAN JEFE ESTACION DE RANCAGUA.- ( Década de los sesenta.-)


No puedo dejar de mencionar a Don Aquiles Vargas Herrera. El fúé el primer Jefe de Estación que tuve a mi llegada a Rancagua, como telegrafista a cargo de la movilización de trenes. Don Aquiles era un hombre fornido de más de 1.90. Serio y circunspecto. Casi siempre permanecía en su oficina observándolo todo en medio de un mutismo que asustaba. Lo obsevaba desde mi oficina de Tráfico y de pronto lo veía desaparecer lo que me causaba gran alivio . Su familia era numerosa, cuatro hombres y cuatro mujeres, creo. Entré en sus vidas sin proponermelo. Gastón, Tato le llamaban familiarmente era un siete, a pesar de ser poco más que un niño me brindó una sincera amistad, amistad que recuerdo con cariño. Sus hermanas, todas muy bonitas permanecen y perduran en mis recuerdos rodeados de nostalgia y tambien con un poco de pena y sus nombres y figuras están ahí siempre presente: Liliana, Elha, Cecilia y sus hermano menor Teobaldo, como tambien el mayor, Aquiles. De todos, nunca he sabido nada. ¿ qué será de ellos? Nunca podrán saber cuantas veces los he recordado, y cada vez que regreso a Rancagua cada una de sus figuras está asociada a los años en que me desempeñé en esa estación querida, la que se encuentra tan cambiada, tan distinta y tan diferente a pesar de ser la misma. Sólo trenes ligeros (metro-tren) circulan por ella. Los trenes de carga y el constante moviviento le proporcionaban una atmósfera irresistible en medio silbatos, pitos y campanas con todos aquellos colegas que se cruzaban preocupados de su trabajo y el consiguiente relajo a la salida de sus turnos para darse una vuelta por el "Buen Amigo" ,el "San Javier" o el "Sandwuchito". Hoy son solo recuerdos, magia y nostalgia. De repente en la soledad de mis pensamientos me parece ver tal como entonces sus rostros, sus cuerpos y el sonido de sus voces .-

FUTBOL CON EL SOMBRERO DEL JEFE.

EL FUTBOLISTA "BIGOTE COVARRUBIAS"

El impecable sombrero de fieltro de Don Héctor Verdugo Meza Jefe Estación de Rancagua permanecía colgado en el perchero de la oficina, lo que era para Oscar Covarrubias, mi distinguido colega, un gran atractivo y una tentación Apenas Don Héctor se calaba la gorra y salía a terreno a fiscalizar el personal de la estación, bodega, patio y equipaje, Coca en virtud de su puesto de Ayudante estación, tomaba el sombrero fino y elegante lanzándo al aire para dominarlo de izquierda y derecha y rematar sobre un pórtico imaginario a tres dedos haciéndolo rebotar violentamente en paredes, cuadros, caja de fondos, sillones etc. El sombrero quedaba para la miseria, pero como era de calidad, pronto estaba como antes colgándo blandamente de la percha. En muchas ocasiones en éste juego participábamos ambos. Nunca hubo un reclamo, mientras nosotros intimamente guardábamos el secreto y reiamos. Formábamos un buen equipo, pero esto último revela nuestros pequeños traumas cotidianos que sin darnos cuenta nos invadían. Diariamente surgían muchos y variados problemas. Nuestro trabajo no era fácil, pero así y todo nos sobraba tiempo para eliminar tensiones y sin duda esta experiencias de vida en que hubo momentos profundamente conmovedores con instantes de grandes sufrimientos, no fué óbice para continuar viviendo en una selva de lobos y corderos, en donde ganaban los malos, perdían los buenos. Vivimos trágicos momentos que comenzaron en los años setenta, pero había colegas que no cambiaban permaneciéndo inalterables en la amistad y el compañerismo por lo que guardo para ellos un especial afecto y cariño, y el aprecio por Chicho Ibarra Díaz, Carlos Román Ascuí, Jorge Caroca Arenas, René Caroca Arenas, Enrique Burgos Romero, Sergio Anderson D. Oscar García Urrea, Juanito Muñóz, todos ellos colegas que formaban el staf de empleados de la estación de Rancagua, que a raíz de sucesos que voluntariamente ignoro nos fuimos separando y esa hermosa convivencia, se tornó débil, frágil y quebradiza hasta desaparecer, quedando solo el recuerdo con pedacitos de vida, soplos de existencia que de vez en cuando me asaltan y golpean la memoria, saturándome de evocaciones, recuerdos y mucha nostalgia.

lunes, 4 de agosto de 2008

PLAZA DE ARMAS DE SAN FERNANDO.-


Era un lugar de encuentro y un sitio ideal para repasar las materias de estudios en esos amplios pasillos en donde crecían pinos, araucarias, palmeras y otros árboles gigantescos y centenarios que le daban a la plaza de Armas de San Fernado una gran categoría. En realidad era muy hermosa, ubicada frente al Liceo de Hombres por Argomedo y el Liceo de Niñas en la misma esquina de Carampangue en cuya cuadra se ubicaba el Teatro Municipal, la Intendencia y el Correo Central. Mentalmente voy recorriéndo lugares comunes. Ahí el viejo Liceo, compañeros y profesores. La cancha de basquétbol, la campana frente a la oficina del Rector Don Neandro Shilling. y el recuerdo inconfundible de tantos maestros: Heriberto Soto, el mejor profesor de historia y geografía que conocí. Miss Gaete, el señor Peña, grave y autoritario, era de temer, el señor Royo, el Coipo, el Peluca Ortega, Teresa Barahona, Marta Troncoso, los profe: Valderrama, Ruíz, Quijada, Vuskovich, Castillo y tantos otros cuyos nombres y figuras permanecen imborrables en mi, como tambien el de esos condiscípulos: Heriberto Soto Aliaga, Armando Peña Mac-Kaskill, Fernando Nilo Ravello, los hermanos Spronlhe, Guillermo Mac Kienze Brito, Juan Soto Aliaga, Edgardo Parraguéz. He dejado para finaliza ésta lista a mi gran y querido amigo y compañero de curso Guido Bustamante Estay, con quien solíamos filosofar dando vueltas alrededor de la Plaza de Armas, después de reunirnos con el Cura Párroco Ramírez que nos había interesado en la creación de la Juventud de estudiantes católicos. J:E:C.

Pronto debo irme y abandono el lugar con un dejo de mágica tristeza. Me embargaba un sentimiento muy íntimo al recorrer las calles de mi niñéz. Carampangue, Valdivia, Argomedo, Laja, que ahora se llama Ohiggins, etc. Por última vez, recorro con la vista la hermosa Plaza, y sin pudor en presencia de varias personas le digo adiós en un tono preñado de emociones. Fué testigo de mis primeros entusiasmos amorosos y de un hecho que sucedió muchos años después. Me detuve en el mismo lugar y ahí estaba el escaño complice, bajo un inmenso ciprés para acariciar el instante supremo y acariciar esa añoranza. Ella, muy hermosa, la gloria Yo deseaba hablar, decirle no sé que cosas, buenos las cosas que se dicen en esas circunstancias, pero el silencio y una plácida calma reinó entre nosotros para sepultar en el olvido la dulzura de ese momento.

LICEO DE HOMBRES DE SAN FERNANDO.-


Cruzo la calle Rancagua y observo que aún existe la panadería a la que diariamente acudía. La Cooperativa Ferroviaria ya no está. La funeraria de un tal Farías y una capillita católica a la que solía ir con mi madre tambien desaparecieron, como asimismo el Teatro Victoria, ubicado en calle Quechereguas, pasadito de Rancagua, ni luces. Ahí los días domingos de matinée éramos cómplices de Flash Gordon que nos hacía soñar con el planeta Marte, y aquellas seriales, El Crótalo, Aventuras de los Cadetes aéreos que llenaban nuestras cabezas de fantasías. La Avenida Manuel Rodríguez otrora tan tranquila, bulle de actividad. El Hotel Marcano aún funciona, el Almacén El Loro ahora es un supermercado y la vieja iglesia de San Francisco, en donde acudíamos a tantos meses de María con aquellos compañeros de curso, los mismos con los que nos reuniamos a jugar fútbol en una canchita en el patio trasero de la iglesia, en la que hacía malabares con la pelota el Chingolo Valenzuela, las travesuras del Sambo y de Sergio Rueda al que denominamos Cruche, con zapatillas ( Cruche jugador de la U en esa época) En realidad era como volver al pasado, solo que no encontré ningún conocido, solo sitios y lugares. La casa de mis tíos en Carampangue Esq. Curalí Nº 399, estaba casi igual. Mi tío Osvaldo Letelier Núñez se desempeñaba como profesor en la Esc. Nº 1 y la tía en la Nº 8 y posteriormente pasó al Anexo del Liceo de niñas en calle Quechereguas con Valdivia. Fuí creciéndo en esa inmensa casa en compañía de tíos que no tenían hijos en donde él tocaba el violín y la tía aporreaba el piano con un entusiasmo que aún recuerdo, mientras yo me dedicaba a leer todo lo que en mis manos cayera, desde los 32 tomos de Tarzán, hasta El Tesoro de la Juventud.

ESTACION DE FERROCARRILES DE SAN FERNANDO.


Hacía mucho frío al descender del automotor que me había trasladado desde San Bernardo a San Fernando, ciudad que recordaba con especial fascinación, con mucho afecto, con cariño por haber estado ahí desde muy niño. Desde los siete a los catorce años estudié en el Liceo de Hombres de la ciudad ubicado en la calle Argomedo frente a la Plaza de Armas.
La estación se había convertido en un paradero de trenes, siendo el único funcionario a la vista el Movilizador de la Cabina Norte que enfrenta la Avenida Manuel Rodríguez la más importante de la ciudad. Todos los servicios habían desaparecido. Miraba a todos lados por si encontraba algo conocido. El patio de trenes con sus vías vacías, enmohecidas y yo ahí de pié en medio de uno de los andenes, recordándo nombres que fueron mis colegas, compañeros y amigos: ¿ qué será del Mono Barrera, Lizana, Aceituno, del boletero Arellano, de Spronlhe y del Jefe de Estación, el señor Nilo y de tantos otros que se esfumaron y que pasaron a formar parte del pasdo de ferrocarriles. Casi no podía creerlo. La Bodega de Carga no existía. Solo un viejo y deteriorado coche. E.S. que alguna vez perteneció al servicio de Señales, desrielado contiguo a los talleres que albergaban los autocarriles. Todo es una ruina. El gran Hotel Estación que era asaltado por los pasajeros que viajaban en los nocturnos para el norte y el sur cerrado, con sus puertas a medio caer, descascaradas y llenas de rendijas, en donde es posible ver su interior invadido por el desórden la mugre y el caos.
Mientras tanto, junto a la puerta principal de la estación, una mujercita de pelo cano, con expresión de dolor en el rostro, lucha por instalar una mesa pintadita de verde que hace las veces de mostrador para ofrecer un surtido de golosinas, mientras en un brasero, hierve una tetera con agua para alguien que quiera tomar café. Todo resulta muy triste y penoso y pronto abandono el lugar por la sala de espera y enfilo por calle Quechereguas que me resulta muy familiar.-

domingo, 3 de agosto de 2008

ESTACIÓN DE RANCAGUA


Estación del recuerdo...

TINGUIRIRICA..-

Tinguiririca, es una estación ferroviaria ubicada a 5 o 6 kms al sur de San Fernando. Mi padre desempeñaba ahí el puesto de Telegrafista y Jefe de Estación un señor de apellido Corrales.
Vagamente recuerdo el entorno ferroviario, pués apenas tendría tres o cuatro años. Habitábamos una casa en el recinto estación, que se ubicaba al lado oriente de las vías. Era una gran casa con una gran extensión de terreno poblado de árboles frutales y con recovecos que a nuestra corta edad nos parecían misteriosos y a veces hasta siniestros, lugares que investigábamos con mi hermana Mireya apenas un año mayor que yo. Los recuerdos son vagos, pero he logrado mantener en mi memoria muchas imágenes de esos primeros años de mi existencia.
La bodega de carga repleta de productos del campo, con trenes de carga que entraban a los desvíos de la estación. Personal de los trenes y jornaleros que trabajaban en medio de un gran alboroto, y la locomotora haciéndo sonar su pito, mientras el tren tan pronto avanzaba como retrocedía unida a una gran sonajera de chocar de carros, pitos y silbidos armando un gran escándalo. Pronto el tren se marchaba y el silencio y la tranquilidad se apoderaba de todo. Mi hermanita mayor, que con el tiempo pasó a ser menor, siempre estaba a mi lado en los juegos y el las exploraciones. Jugábamos en las vías, estas nos atraían y aún no teniamos conciencia del peligro por lo que mamá estaba siempre preocupada, regañándonos continuamente . Nos fascinaba aventurar por detrás de la bodega de carga que se encontraba cercada por una gran pared de zarzamoras en donde cierto día descubrimos un gato muerto que colgaba del ramaje espinoso. Sus ojos estaban muy abiertos y su mandíbula destrozada. Esto nos provocaba una irresistible curiosidad y a la vez un gran temor. Diariamente ibamos a ver el gato muerto, hasta que el hedor fué insoportable.
Algún tiempo después papá fué destinado a Curicó, en ésta forma quedaba atrás Tinguiririca. con los primeros y escasos recuerdos que logré guardar. Miraba por le ventanilla del tren, con la cara pegada al vidrio que borrosamente devolvía mi imágen y así en ésta forma nos fuimos alejándo y la estación se fué haciéndo pequeñita hasta desaparecer sintiendo mucha pena al abandonar aquello en que desperté a la vida. El tren corría y ante mis ojos se desplegó un paisaje desconocido que se escapaba a cada instante, todo cubierto de verde, poblado de animales y de rústicas casitas en medio de frondosos árboles y campesinos que desde la distancia alzaban sus brazos en señal de adiós y que luego desaparecían tragados por la distancia. Pronto olvidamos todo, nuestra antigua casa y aquel gato muerto colgándo de las zarzamoras. Chimbarongo, Quinta, Teno, Sarmiento y finalmente Curicó, nuestro destino.-

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¿Qué podría decir?... Bueno.. ¿Qué es la vida?, una ilusión. ¿Qué es la vida?, un frenesí. Que el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.- Calderon de la Barca).... y siguió soñando.... Los recuerdos son el aroma del alma..-Mi vida se fue plasmándo entre estaciones y trenes. Aprendí telégrafo antes de ir al colegio. Mi padre fue Telegrafista en gran cantidad de estaciones que apenas recuerdo y Jefe de Estación. Yo y mi hermano Juan Arnoldo seguimos sus pasos. Estuvimos desde Alameda a Talca en la mayoría de las estaciones que en esa época eran el eje y motor del desarrollo del país. Fuí ferroviario y creo que aún lo soy.-

Cuantas personas han pasado?

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